Más tarde adquirió nuevas destrezas y así llegó a transformarse en gato, en anguila, en pez, en caléndula y en escritorio.
Siendo adulto, era capaz de convertirse en cualquier objeto a su capricho.
Sin embargo, sus metamorfosis se hicieron tan frecuentes que su familia vivía en inquietud constante. Nadie se atrevía a matar a una cucaracha, por temor a que se tratara del doctor Maderna. Una noche lo arrojaron a la basura bajo la forma de una esponja usada y un domingo estuvo a punto de ser devorado por su propio hijo, quien no supo reconocerlo en un chorizo.
Cada vez era menos asidua su apariencia original.
Eso si, nunca dejaba de asumirla el día de su cumpleaños, para no perderse obsequios y homenajes.
Una madrugada entraron ladrones y se lo robaron, cuando era un jarrón de cristal. Nunca jamás se supo de él.
Desde entonces, su pobre esposa recorre las casas y negocios de la ciudad, hablando tiernamente a los floreros:
- Ramón… Ramón… Maderna….
Pero los jarrones siempre son jarrones, o acaso son alguna otra persona.
Alejandro Dolina
- Ramón… Ramón… Maderna….
Pero los jarrones siempre son jarrones, o acaso son alguna otra persona.
Alejandro Dolina
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